Muy poca gente en Diriomo sabe que mucho tiempo atrás las escuelas eran segregadas. Eso es un indicio de que estamos perdiendo la tradición oral de contarle a nuestros hijos aspectos importantes del pasado.
El profesor Don Francisco Campos Carcache, quien fuera docente del Colegio San José a finales de los años 50s y luego también profesor y director de la Escuela Rafaela Herrera a inicios de la década de los 60s, me contó que cuando la noticia se regó por el pueblo de que se iban a juntar a los niños con las niñas en la misma escuela, y peor aún, en la misma aula, el suceso fue todo un escándalo a tal punto que turbas de padres de familias indignados se le aparecieron en la escuela para protestar tal decisión. Era inaceptable que sus pequeñas se juntaran con los varones.
Don Chico, el incansable mediador, finalmente se ingenió una solución salomónica: los padres aceptarían que sus hijas recibieran clases junto con los varones, siempre y cuando estos se encontraran divididos y no se pudieran comunicar dentro o fuera del salón de clases. Así que al menos por un tiempo, un lado del aula era de varones y el otro lado de mujeres. La hora del recreo era cuidadosamente vigilada por los profesores para igualmente asegurarse de que ningún tipo de interacción ocurriera entre los niños. Este sistema no duro mucho y mas temprano que tarde se formaron las aulas de alumnos que conocemos hoy en día.
Lo que me pareció mas curioso es que los entierros hallan tenido de cierta forma la misma evolución. Aunque es algo totalmente diferente y desde mi punto de vista no tiene ninguna lógica. Sin embargo, a los entierros solo asistían los hombres. Se imaginan un entierro sin mujeres? Así eran aquí y así fue por muchos años. La única manera que una mujer podía asistir al entierro era si ella ocupaba el ataúd. Sin duda una tradición traída por los españoles y esta a su vez, fue heredada de los musulmanes quienes dominaron España por casi mil años e incorporaron algunas de sus tradiciones en la cultura española.
Algo aún mas insólito y sin explicación es la tradición de enterrar a las personas en ataúdes con forma de dirigibles o "zeppelin". El zeppelin fue el primer artefacto volador capaz de ser controlado en un vuelo largo. Su uso principal ocurrió aproximadamente entre 1900 y la década de 1930, para disminuir paulatinamente cuando sus capacidades fueron superadas por la de los aeroplanos y, además, después de sufrir varios accidentes de relevancia; el más notable de los cuales fue sin duda el incendio del Hindenburg en New Jersey, Estados Unidos.
Ahora esto no era un gusto que cualquiera se podía dar. Solamente las familias pudientes de la época se enterraban en estas "naves", por así decirlo. Era cargado sobre una peana de cuatro brazos y no sobre hombros como se hace hoy. El zeppelin era confeccionado de una sola pieza de madera con sus tapas. Indudablemente era el máximo lujo fúnebre que persona alguna podía permitirse en aquellos tiempos.
Foto de un entierro Diriomeño en zeppelin de 1940. Información especifica acerca de este cortejo fúnebre se puede encontrar en http://www.facebook.com/diriomohoy